Le temps de l'impression du Michna Beroura

El tiempo de la impresión

Principio de la historia en 1884

Fue en el año 1884 (5644) que el Jafetz Jayim imprimió el primer volumen del Mishná Berurá que abarca el principio del Shulján Aruj hasta el “Bircat Cohanim“.

Posteriormente, el Rav se lanzó a la explicación de las leyes del Shabat, lo que le tomó numerosos años ya que la publicación del segundo volumen (que corresponde hoy al tercer volumen del Mishná Berurá) tuvo lugar doce años más tarde en Varsovia.       

...Veinteocho años más tarde

Se necesitaron diez años más para que los volúmenes dos, cuatro y cinco fuesen publicados. La sexta y última parte del Mishná Berurá verá la luz cerca de veintiocho años después del comienzo de este gigantesco trabajo. No hay que olvidar que durante todos esos años, pese a su total entrega en la redacción del Mishná Berurá, el Jafetz Jayim estaba comprometido en otros combates y escribió otras obras de suma importancia para la generación

El Jafetz Jaim temía en efecto de ser culpable de robo a los adquisidores de su libro...

A Varsovia para seguir la impresión

A pesar de los malos momentos por los que atravesaron durante esta época – pues perdió a su esposa, y que su hijo, el Rav Arié Leib Hacohén se vio obligado a abandonar Radun y trasladarse a Grodno, dejando sólo a su padre para acabar la tarea que se había fijado, y que dos enormes incendios se produjeron en la ciudad, destruyéndola en gran parte y causando que numerosas familias fueran arrojadas a la calle – el “Jafetz Jaim” no cesó nunca de consagrarse día y noche a acabar su comentario sobre el Shulján Aruj.                  

Durante todo el periodo de la impresión que en aquella época podía prolongarse largos meses, el Rav permaneció en Varsovia, entrando y saliendo de la imprimería  para verificar que ningún error se había resbalado entretanto al diseñar definitivamente las páginas, y también para evitar que un lector hiciese un mal paso en la manera de cumplir una ley cuya explicación se hubiera distorsionado a causa de un descuido que ocurrió en el momento de la impresión final.
El Jafetz Jayim temía en efecto de ser culpable de robo a sus clientes y, pese a su agenda muy cargada, él se encontraba allí, en la imprenta, para que no falte ninguna línea en los libros imprimidos y que cada página sea perfectamente lisible.

Una verificación minuciosa de cada

Incluso tras la impresión, el “Jafetz Jayim” no se dio prisas de colocar el “Mishná Berurá” en los estantes de las librerías.
Formó primero un equipo de relectores para repasar de nuevo en cada libro y verificar que nada falta, si la tinta no había ensuciado ninguna página ni ninguna línea, y si las páginas estaban bien separadas unas de otras, para así cuando se leyera el “Mishná Berurá” en Shabat o Pascua, no se tuviese la tentación de separar dos hojas que se habían pegado.

Antes de ponerlos en venta, cada ejemplar estaba sellado con un tampón “Revisado“.
La única meta del Jafetz Jaim era zikuy harabim.